La flexibilidad de este modelo ocasiona también una mejora de la conciliación que no solo beneficia a las personas trabajadoras: por un lado, pueden adaptar las obligaciones y horarios laborales a las circunstancias personales de cada una; pero el aumento del bienestar incidirá a su vez en la retención del talento y la fidelización a la empresa. No obstante, varias personas expertas que participaron en una jornada organizada el pasado 29 de marzo por ARHOE avisan del riesgo de que el desempeño del teletrabajo pueda acabar ocasionando un aumento de la carga de trabajo de las mujeres, que ya durante la pandemia asumieron una mayor carga familiar, de cuidado y soporte, y su invisibilización en la empresa. “Es decir: el teletrabajo bien implantado puede ser una herramienta más que ayude a la conciliación (…); sin embargo, mal implantado, puede ejercer justo el efecto contrario”, concluían. No se trata del único desafío. Una de las mayores dificultades de esta modalidad radica en combinar la ya mencionada flexibilidad con el derecho a la desconexión digital, para que no se acaben contestando llamadas o correos electrónicos fuera del horario laboral.
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