Cabe preguntarse: si la igualdad genera crecimiento económico y la normativa en la cultura occidental es tan diligente, ¿por dónde se cuelan brechas, sesgos y estereotipos que merman las oportunidades de las mujeres en la empresa e impiden la retención del talento? Para responder podríamos hacer una horquilla: de un lado, la persistente tendencia a relacionar liderazgo con lo masculino que invisibiliza a las mujeres, y de otro, las renuncias de las propias mujeres por la falta de conciliación.
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